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jueves, 24 de junio de 2021

“En la mañana de San Juan se decía que aparecían las moras encantadas”

 Francisco blanco las describe como “personajes muy arraigados con la tradición salmantina, que conecta con la tradición antigua de las hadas, las lamias o chanas del norte de España”.

El 24 de junio se celebra San Juan Bautista, la madrugada de este día hay costumbre de encender las hogueras de San Juan. Pero es mucho más amplio el trasfondo de esta celebración. El escritor e investigador Juan Francisco Blanco, conocido por sus interesantes estudios de las creencias y espiritualidad popular, ofrece para nuestros lectores unas pinceladas de una de las tradiciones "más importantes por su “componente mágico”. Además es la primera celebración del ciclo del verano.

Explica que la fiesta de San Juan en la provincia de Salamanca “convoca muchos elementos rituales, festivos, creenciales, que nos conectan con el imaginario tradicional”

En el calendario cristiano, el 24 de junio, es el día de San Juan Bautista, fiesta del solsticio de verano. En el mundo antiguo ya se celebraba esta fiesta y coincide más o menos con el solsticio de verano.

Un elemento fundamental en esta fiesta es “el núcleo nocturno” y en la noche “el fuego es el elemento capital” como “materialización del sol”. Precisamente al fuego, por representar “a una divinidad tan importante como el sol”, se le atribuyen propiedades curativas.

Un ejemplo que destaca Blanco en la provincia se vivía en la localidad de Lagunilla, donde se quemaba la sarna. “Colgaban una especie de muñecos con grandes atributos sexuales y los quemaban”, pues “decían que representaban la sarna”. Aquella enfermedad desapareció en el siglo XX, con la implantación de la higiene.

En este hilo de la salud, Francisco Blanco destaca la noche de San Juan como momento en el que se “salía a recoger las hierbas medicinales porque -esa noche- había una sobrecarga de efectos medicinales”. También en la mañana de San Juan se practicaba un ritual para curar la quebradura o la hernia de los niños. “Tambien se decia que aspirando el humo de la hoguera de San Juan no te dolían las muelas durante todo el año”

En la celebración del solsticio de invierno, también se prenden fuegos en la provincia, por ejemplo por San Sebastián en Sobradillo o la Fregeneda y en San Antón, en algunos pueblos de la Sierra de Béjar.

En el Puerto de Béjar se hacían unos fuegos que llamaban luminarias organizados por la Cofradía de San Juan.

Francisco Blanco destaca que hay diferentes ciclos de fiestas (de invierno, verano y primavera). Hay elementos asociados a cada ciclo, como por ejemplo los vegetales en las estivales. “La primavera se caracteriza entre otras cosas por elementos vegetales”, sirvan de ejemplo los Mayos, la colocación de enramadas en las ventana de las chicas en algunos pueblos, o el tomillo o cantueso usado para decorar las calles en el día de Corpus, recogido después para prevenir las tormentas.

Dichos elementos vegetales también son esenciales “como últimos estertores de las celebraciones en relación con la naturaleza” en los arcos de San Juanito que se disponen el día de San Juan en Béjar. En El Rebollar plantar el árbol de San Juan a similitud de los Mayos. Además en la provincia se conservan fiestas tradicionales con un componente histórico o legendario, “el noveno de San Felices nace como consecuencia de la ,independencia que consiguen algunos pueblos de la zona que se ven liberados de impuestos”, “en Hinojosa de Duero, el baile de la bandera representa la liberación de la opresión que sufrió el pueblo durante toda la Edad Media”.

Hay muchas curiosidades más relacionadas con este mundo de las creencias populares, por ejemplo “en la mañana de San Juan se decía que aparecían las moras encantadas”, Francisco blanco las describe como “personajes muy arraigados con la tradición salmantina, que conecta con la tradición antigua de las hadas, las lamias o chanas del norte de España”. Un ejemplo es la mora encantada de Villar de Yegua, que dice se aparece en la mañana de San Juan a los hombres que acuden a un lugar llamado los castillos. “Para romper el hechizo se llevaba al hombre a su cueva y tenían que superar dos pruebas de valor, primero se transformaba en un gran toro bravo con los cuernos en llamas, si el hombre soportaba esa aparición sin mostrar miedo ni salir corriendo, la mora se transformaba en una gran serpiente que se enrosca alrededor del cuerpo del hombre y si el hombre consigue resistir sin demostrar miedo se rompía el hechizo, pero mi abuela dice que ningún hombre consigo soportar el hechizo”. 

No se puede olvidar que “la noche de San Juan es la noche brujeril por excelencia”. Francisco Blanco ha contrastado con otros investigadores que en esta noche “todas las brujas de España se reúnen en una especie de gran concilio estatal o nacional”. Todas ellas “van volando para tener su reunión en Los Arenales de Sevilla”.

Además “es la noche de los ritos amorosos”, en ella las chicas ponen en práctica ciertos rituales “para saber si se van a casar o no”. Un ejemplo es deshojar una margarita o mirar en el fondo de un caldero de agua a las doce de la noche de San Juan, con el fin de ver el rostro de quien iba a ser su marido en una especie de pronóstico", en palabras de Blanco.

El agua también toma su protagonismo en este día tan mágico. Es en la mañana de San Juan cuando había quienes salía a bañarse en determinadas fuentes, regatos o charcas porque se creía que la noche había sobrecargado el agua de poderes sobre todo preventivos pero también curativos. En caso de no haber fuentes, otra opción era revolcarse en la hierba, con el fin de impregnarse del rocío de la mañana de San Juan, “por ese poder terapéutico que se le atribuía al agua esta noche”.






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